EL ORGULLO
Un sentimiento que todos en algún momento hemos tenido, y que más que darnos, nos quita. El orgullo, cuenta la leyenda que tiene dos connotaciones o vertientes; puede ser positivo, cuando el sentimiento que expresas conlleva amor, satisfacción y reconocimiento para cualquier persona, lugar o cosa. En caso contrario, ser negativo cuando incluye soberbia, envidia y frustración ante el igual ambiente mencionado.
En esta ocasión se hablará del hermosamente dañino, orgullo en su connotación negativa, que es aquel, que según estudiosos, más expresamos o utilizamos en el transcurrir de nuestra vida.
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El orgullo se hace presente cuando nos sentimos
lastimados por alguna acción de terceras personas directa o indirectamente, y
que tontamente nunca nos detuvimos a preguntar o averiguar si eso era para nosotros
o fuimos quienes mal interpretamos la situación.
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Sentimos orgullo cuando descubrimos que tal cosa
o situación no fue reconocida como esperábamos.
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Sentimos orgullo cuando en la familia queremos demostrar
quien tiene más poder y competir contra tu propia sangre, que apoyarse y
trabajar en conjunto.
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Sentimos orgullo cuando dejamos que nuestra
pareja haga las cosas por sí sola, sin detenernos a pensar que trabajar en
equipo puede ser más beneficioso y placentero, al convertirse en tiempo compartido.
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Sentimos orgullo cuando no aceptamos que nos
hemos equivocado, porque es de sabios reconocer los errores.
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Sentimos orgullo cuando expresamos ser más que
los demás, por creer ilusamente que al tener dinero o poder somos seres
intocables.
Y es entonces donde se puede decir: que el orgullo jamás te llevara por el camino de la aceptación ante los demás y que al final de todo ni de ti mismo si tienes la capacidad de reflexión, reza una frase sobre este tema que dice más o menos así:
"El orgullo es más que nada un exceso de querer, sin quererte; un exceso de vanidad, sin autoestima y un exceso de aguantarte, sin aceptarte."
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